miércoles, 11 de marzo de 2009

DESPENALIZAR NO ES LA RESPUESTA


DESPENALIZAR NO ES LA RESPUESTA

Por: Federico Hoyos Salazar

-11.III.09-

El debate sobre la despenalización de la famosa dosis mínima está en pleno auge a causa del informe que presentará este mes la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, en cabeza de los ex presidentes César Gaviria (Colombia), Ernesto Zedillo (México) y Fernando Henrique Cardoso (Brasil). El informe de esta Comisión propone despenalizar el consumo personal de marihuana, argumentando que las políticas de lucha en contra de las drogas han sido ineficaces y que por lo tanto es necesario atacar este problema desde otro frente. A partir de esta propuesta decenas de columnistas de opinión, políticos y personajes del mundo del espectáculo han salido a pronunciarse a favor de esta medida. Las voces opuestas a esta polémica propuesta han brillado por su ausencia, esta columna pretende ser una de las pocas.


Para empezar es importante decir que la razón de este escrito no es descalificar los argumentos presentados por aquellos que respaldan la despenalización, no. Al contrario de lo que han venido haciendo varios escritores, aquí no pretendo emprender una lucha de ideas por quien tiene la razón o no, simplemente quiero presentar una perspectiva diferente sobre el tema de la despenalización que ayude a enriquecer el debate desde una mirada diferente. Quisiera recordarle a los lectores que tanto los que buscan despenalizar la dosis mínima como los que no estamos de acuerdo con esta medida, en el fondo buscamos lo mismo, esto es: acabar con el narcotráfico y la violencia que este produce. Convertir a un debate tan delicado y trascendental en una pelea de egos, no ayuda en nada a la solución.


El problema de la droga va más allá de lo pragmático, este debate plantea interrogantes sobre la ética personal y comunitaria y por lo tanto reducirlo exclusivamente a una discusión de salud pública, policial o política es poco afortunado. Creo que es importante poner al ser humano en el centro del debate sobre la droga pues, es éste quien toma la decisión de consumirla o no y por lo tanto es quien directa o indirectamente sufre sus efectos. De manera semejante la comunidad debe ocupar un papel relevante en esta discusión puesto que después de los resultados causados en la persona es ésta quien más se ve perjudicada. Las consecuencias de la decisión del consumo de droga por parte de una persona usualmente trascienden el plano de lo personal no sólo por los efectos que éstas generan en el comportamiento del individuo sino además porque esta sustancia es fuente primordial del financiamiento de mafias y grupos violentos al margen de la ley a nivel nacional e internacional.


El argumento central de la Comisión Latinoamericana de Drogas y Democracia es, que debido a la falta de resultados eficientes en cuanto a la lucha contra la droga vale la pena adoptar medidas alternativas políticas como la despenalización con el fin de reducir el precio de la sustancia y así perjudicar a los productores. Con todo el respeto que se merecen los ex presidentes y las personas que integran la Comisión, su argumento suena a la famosa frase: “si no puedes vencer a tu enemigo, únete”. Este mismo argumento podría ser usado para las más diversas materias, por ejemplo: Como las medidas en contra del porte ilegal de armas han fracasado, legalicémoslo. Ciertamente materias diferentes, pero un mismo argumento para ambas. Adicionalmente vale la pena preguntarnos, ¿qué garantiza que la legalización haga desaparecer o por lo menos afecte significativamente el mercado negro de narcóticos, disminuya la violencia y la criminalidad? La realidad demuestra lo contrario, desde la despenalización de la dosis mínima en 1994 el consumo en Colombia ha aumentado de manera exponencial de acuerdo al Estudio Nacional de Consumo de Drogas y a la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y además el precio tampoco se ha reducido significativamente. Al no haber certeza de que la despenalización de la droga traiga efectos positivos a una sociedad, el Estado no debe hacer ensayos frente a un tema tan delicado sobretodo si tenemos en cuenta que los afectados directos somos las personas.


No es sano para el debate estigmatizar de manera generalizada a los consumidores como delincuentes pero tampoco es adecuado hacerlos ver a todos los que usan drogas como personas indefensas que utilizan la droga como sustancia recreativa. No importa quien sea ni para que se use, lo cierto es que la droga genera un daño inmenso en la persona, conduce a una pérdida en su libertad en cuanto a lo interior y en lo exterior, directa o indirectamente le compra al narcotráfico. Legal o ilegal, la droga destruye a la persona y beneficia a las mafias y sus derivados. Luego, es un contrasentido; legalizar el consumo y censurar la producción y comercialización. O ¿será que lo que se busca en el fondo es legalizar el paquete completo? Tema aún más sensible.


Para terminar dos reflexiones adicionales. Recordemos que un gran número de los consumidores son jóvenes, el uso liberalizado de la droga pone en riesgo el futuro de cientos de miles de jóvenes que pueden quedarse inmersos en el agujero de la drogadicción. Con esto no quiero decir que quien consuma droga es un drogadicto, pero sí que el consumidor corre un riesgo mayor si comienza a experimentar desde la juventud. Sin detenerme en la diferencia entre drogas y alcohol, que no son equivalentes, sólo quisiera decir que los efectos que generan pequeñas dosis de ambas sustancias son desiguales. Mientras el consumo de uno o varios aguardientes difícilmente pone en riesgo de adicción al individuo, el consumo de unos pocos gramos de cocaína supone un riesgo mayor para la persona. Con esto no quiero sonar a defensor del alcohol por que no lo soy pero sí sostener que ambas sustancias no son paralelas.


Si se mira desde un punto estrictamente utilitarista es posible que muchos de los argumentos de quienes quieran despenalizar suenen coherentes y atractivos y de hecho muchos de ellos lo son. Sin embargo si miramos este debate desde una perspectiva más humana podemos darnos cuenta que lo que estaría en juego es la vida misma y el futuro de la sociedad. El hecho de que la lucha contra las drogas no haya arrojado resultados contundentes hasta ahora, no quiere decir que se deba abandonar, sí hay que reorientarla, empezando por el trato que se les da a los consumidores. Las campañas educativas deben continuar y con mayor fuerza que antes, no sólo para niños y adolescentes sino también para adultos. La lucha contra el narcotráfico debe mantenerse desde el plano militar, político y social pero para triunfar primero necesitamos convencernos de una vez por todas del inmenso daño humano y social que genera la droga y mayor aún, su despenalización.


Post Scriptum: No es bueno tratar el tema de la despenalización desde una perspectiva maniquea, esto es entre buenos y malos. He leído como reconocidos columnistas nos han llamado pre-modernos, retrógrados y hasta fanáticos a quienes no estamos de acuerdo con la despenalización. Más discusión desde los argumentos, menos descalificación ¡No más polarización por favor!

3 comentarios:

Cristina dijo...

Creo que el debate es válido y los argumentos no son blancos o negros. Desde mi punto de vista, la legalización es válida porque el efecto nocivo de la droga sobre los adictos y sus círculos familiares (que aquí se esboza) es menos nocivo que las consecuencias que el mercado del narcotrafico y sus derivados crea en el país: es la causa y el epicentro de la violencia, de las bandas emergentes, de las FARC, de los paramilitares. La legalización es una solución de fondo a un problema de país, no legalizar sólo ayudaría al grupo de adictos.

Anónimo dijo...

Por eso y por muchas cosas mas, despenalizaar no es la respuesta!

Anónimo dijo...

Vuelvo a tu BLOG después de días sin pasar por aquí.
Me gustó el articulo, a ver cuando hacemos un articulo audiovisual (que la gente lo vea y lo escuche)