viernes, 6 de agosto de 2010

Wikileaks, libertad de prensa y seguridad nacional


El pasado domingo 25 de septiembre los periódicos The New York Times, The Guardian y Der Spiegel publicaron una serie de documentos confidenciales conseguidos por el portal de Internet Wikileaks sobre las acciones del Ejército norteamericano en Afganistán que presentan información que va desde la relación de los talibanes con Pakistán, pasando por las víctimas civiles de la guerra hasta información cotidiana de las actividades del ejército. Este episodio de filtración de información clasificada pone sobre la mesa la difícil cuestión sobre qué debe prevalecer: ¿la libertad de prensa o la seguridad nacional?


Diferentes teóricos políticos han abordado este asunto, entre ellos el ex decano de la facultad de leyes de la Universidad de Chicago, Geoffrey R. Stone. En un artículo publicado en 2006 titulado Freedom of the press v. National Security el Dr. Stone plantea 3 categorías de secretos de un gobierno: En primer lugar menciona a los “secretos ilegítimos de gobierno” Este tipo de secretos tienen que ver con la incompetencia, mala conducta, corrupción y criminalidad de algunos gobernantes. Conviene que este tipo de secretos sean revelados por la prensa puesto que controlan los desmanes de quienes ejercen el poder redundado así en el bien común. En segundo lugar están,“los secretos legítimos y de interés periodístico” esta categoría se refiere a las cuestiones que pueden perjudicar la seguridad nacional pero que a su vez pueden ser útiles a la ciudadanía, de manera que es difícil escoger si publicarlos o no. Finalmente, están los “secretos legítimos sin ningún interés periodístico”. Estos secretos perjudican la seguridad nacional sin beneficiar de manera alguna a la ciudadanía.


De los tres tipos de secretos de gobierno expuestos, los más difíciles de manejar son “los legítimos y de interés periodístico” debido a que ponen sobre la balanza la seguridad nacional pero al tiempo el interés de la ciudadanía. Una pregunta que puede ayudar a resolver esta situación es ¿a quién beneficia más la publicación de documentos secretos de un gobierno, a la sociedad o al adversario –sea político o militar-?


La prensa puede hacerle un inmenso bien a la sociedad, informando, generando reflexión y haciendo contrapeso a los poderes políticos y económicos, es cierto también que una prensa mal orientada puede de igual manera hacer daño por medio de la desinformación y manipulación del conocimiento. Siendo esto así, es cada vez más necesaria una ética periodística afinada y con mayor institucionalización de los contenidos publicados por los medios. Ahora bien, ¿quién debe institucionalizar?


Al ser los medios de comunicación un poder en la sociedad, debe haber una institucionalidad que busque que la información que éstos suministren sea verídica y beneficiosa para la comunidad y que además no ponga en peligro la estabilidad del Estado. Esta regulación de los medios debe provenir de la sociedad y no del gobierno puesto que la libertad de prensa es un rasgo intrínseco de las sociedades liberales, su limitación puede generar más perjuicios que beneficios debido a que lo que en un principio puede ser limitado arguyendo la seguridad nacional, puede eventualmente escalar y resultar en la censura.


Casos de filtración de información como lo sucedido con Wikileaks son atípicos. Posiblemente el ejército americano sufra las consecuencias de estas filtraciones, no obstante la sanción de las consecuencias de esta publicación deben provenir de la sociedad y no del gobierno. Aunque ésta no es la situación más deseada, es mejor escoger el menor de dos males y por lo tanto conservar los principios democráticos y a su vez la libertad de prensa.


Post Scriptum: Irónicamente en Estados Unidos la libertad de prensa es total, pero la libertad de discurso es limitada en los aeropuertos; la mención de palabras como bomba y terrorismo puede conducir al arresto.

1 comentario:

C Doe dijo...

Ministry,
Viste que el fundador de Wikileaks se va a reunir con el pentágono para discutir el tema de la seguridad de civiles, que puedan correr peligro por su publicaciones?
La idea es omitir de la próxima tanda de documentos que ya tienen lista para publicar, los nombres de informantes afganos.
Esta me parece una buena manera de conciliar las dos: seguridad nacional y libertad de prensa... vamos a ver qué sale de eso.