jueves, 23 de junio de 2011

A debatir



Aprovechando el inicio de la etapa electoral, quisiera hacer una reflexión sobre la importancia del debate político. Es fundamental que la democracia se alimente de la discusión respetuosa y del choque de las posiciones, es lamentable cuando las campañas se convierten en simples movimientos de maquinarias políticas y de transacciones burocráticas. Los votantes debemos demandar la exposición de ideas, posiciones y propuestas puntuales por parte de los políticos para poder votar con criterio y objetividad.

Es importante que los ciudadanos examinemos las características de los candidatos y ver si tienen vocación de servicio o vocación burocrática. Muchos mal utilizan la política como trampolín de fama, dinero y reconocimiento, otros -y diría que menos que los primeros- la usan para servir, y generar cambios en sus sociedades.

Una de las maneras de descubrir, o al menos vislumbrar las intenciones de los candidatos políticos, es conociendo sus ideas y creencias, por medio del debate público. No es éste un método infalible y científico, pero al menos si es una herramienta que permite generar criterio en los votantes.

No hay que ser un experto analista, ni hombre o mujer de letras para saber que los candidatos sin ideas y posiciones concretas no son aptos para servir. Muchos huyen a los debates y a la confrontación de las ideas, argumentando que lo hacen por razones estratégicas de campaña; el debate no debe estar sujeto a la estrategia ni el cálculo político, el debate es una responsabilidad del candidato con la ciudadanía. En los debates se conocen además de las ideas y propuestas, el carácter y estilo de los candidatos, estos rasgos dicen mucho acerca de un futuro gobierno de quienes se postulan, por esto es decisivo que lo conozcamos.

En época electora debe haber una verdadera batalla de las ideas cuyo campo sea la plaza pública y los medios de comunicación. Es crucial que los planes de gobierno de los diferentes aspirantes a ocupar cargos públicos sean comunicados de manera sencilla y práctica al electorado, de manera que aún los menos educados de la sociedad lo puedan entender y así tengan los elementos para adoptar una posición clara frente a los candidatos.

No puede haber pereza ni calculo político para debatir, no debe haber temor para exponer con claridad las ideas que motivan el trabajo político de nuestros dirigentes, tampoco es bueno la volatilidad y falsedad en las ideas, de manera que –como hoy vemos con algunos de nuestros mayores dirigentes- se tiene un doble discurso: uno en la campaña y otro en el gobierno.

Una de las razones de la democracia es el debate de las ideas y no la pelea por los puestos. En la medida en que las personas conozcamos las ideas y propuestas de los candidatos, tendremos razones para exigir y criticar a quienes gobiernan. Repito, los debates no son infalibles, pero sí ayudan.

Post Scriptum: Hacen falta más de los 140 caracteres de Twitter para dar debates de calidad.

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