Por: Federico Hoyos Salazar
08-X-08
Ahora que la indignación nacional se ha calmado un poco por la muerte del niño Luis Santiago Lozano, merece la pena hacer algunas reflexiones sobre la aclamación de diferentes sectores sociales y políticos nacionales con respecto a la instauración de la pena de muerte en Colombia.
En primer lugar es importante examinar el papel que han jugado los medios de comunicación alrededor de este lamentable hecho. La muerte del pequeño Luis Santiago demuestra que en nuestro país los medios tienen una capacidad impresionante para influir en la agenda política. Vale la pena preguntarnos: ¿Se habría abierto con tanto ahínco el debate sobre la imposición de la pena de muerte si los medios no hubieran sido tan amarillistas e insistentes en el caso de la muerte de Luis Santiago?, ¿Por qué apenas ahora se viene a demandar esta medida extrema, si casos como el anterior han abundado en nuestro país por años? Este lamentable hecho es una vez más muestra de la falta de tacto, delicadeza, respeto y ética por parte de los medios de comunicación en Colombia. Falta mucha categoría en este ámbito.
Segundo, no es de extrañar que en sectores populares se haya levantado una voz de protesta y demanda frente a la pena de muerte y la cadena perpetua, pero si asombra que tantas voces de la vida política nacional hayan hecho lo mismo, actuando de manera ligera y sentimental. Repito, el caso de Luis Santiago no es el primero ni el peor, existen muchos casos infames que han pasado inadvertidos tanto en los medios de comunicación como en el sector político sin que nadie se haya manifestado frente a ellos. Hace falta una voz sensata que abra un debate sobre el cumplimiento efectivo de lo que se establece en nuestro sistema penal antes que engrosarlo con reformas tan severas.
Tercero, no es la primera vez que caemos en el facilismo judicial y exigimos medidas de línea dura como lo ha sido el caso de la legalización del aborto y ahora el de la eutanasia. Movidos por hechos aterradores que tocan las fibras más íntimas del corazón humano como el tristemente célebre caso de la niña de 11 que quedó embarazada, víctima del abuso de su padrastro o el de Luis Santiago, ha hecho que los colombianos actuemos de manera simplista y apresurada. Una cosa es el sentimiento de indignación y rabia que aparece cuando somos testigos de infamias semejantes y, otra muy diferente es lo que debemos hacer frente a estos sucesos.
Debemos evitar que el querer hacer se mezcle con el deber hacer, no podemos olvidar que hasta el criminal más abyecto es sujeto de derechos y como tal deben ser respetados. Con esto no quiero sonar permisivo ni indulgente con el delito pero sí mesurado frente a un tema tan comprometedor como el de la pena de muerte y el de la cadena perpetua y, así como pienso que se debe respetar el derecho a la vida de un niño no nacido, de manera acorde creo que se debe respetar la vida y los derechos de un criminal. Reitero, no debemos caer en el simplismo de querer legalizar todo por casos específicos que aunque sacuden el corazón no deben hacer lo mismo con la razón.
En conclusión, es de la mayor urgencia que se abra un debate sobre la ejecución efectiva de las penas a los criminales, no sea que se repita con el asesino de Luis Santiago lo que pasa con Luis Alfredo Garavito que en poco tiempo volverá a rondar nuestras calles. Esperemos que la pena de 60 años de cárcel le sea impuesta al padre de Luis Santiago, que de por sí es una especie de cadena perpetua. Por último debemos evitar que el amarillismo de quinta de los medios de comunicación nos haga pensar más con el corazón que con la cabeza.
En conclusión, es de la mayor urgencia que se abra un debate sobre la ejecución efectiva de las penas a los criminales, no sea que se repita con el asesino de Luis Santiago lo que pasa con Luis Alfredo Garavito que en poco tiempo volverá a rondar nuestras calles. Esperemos que la pena de 60 años de cárcel le sea impuesta al padre de Luis Santiago, que de por sí es una especie de cadena perpetua. Por último debemos evitar que el amarillismo de quinta de los medios de comunicación nos haga pensar más con el corazón que con la cabeza.
Post Scriptum: La retractación del señor H.H con respecto al tema de las supuestas presiones del secretario de prensa de Palacio César Mauricio Velásquez, debe dejar claro que a estos tipos no sólo no se les puede creer todo lo que dicen sino que detrás de sus falsas declaraciones hay un interés por enlodar la imagen de diferentes personajes del gobierno.
1 comentario:
Conducir la mirada hacia esa confirmada exterioridad de la política (hoy día, la pre-ocupación por lo público) ciertamente es, tanto un reto, como un compromiso neccesario de toda aspiración a la visibilidad y la genuinidad ideológica. Buena reflexión, saludos.
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